imprimir
¿Dónde está el play?.

¿DÓNDE ESTÁ EL PLAY?,
¿DÓNDE ESTÁ EL ENTER?,
¿DÓNDE HAY QUE PINCHAR?

Las crónicas de aquellos que se aventuran a establecer una lectura global de la situación actual del arte, señalan en el horizonte "la posibilidad de un uso creativo individual de la tecnología"; "una actividad social que descansa en las estrategias de imagen y en su difusión"; ...y demás sentencias que anuncian que de una vez por todas "el futuro ya está aquí" y que, aunque sea como simple discurso a la moda o como coartada, lo evidente sigue teniendo valor de síntoma.
Este tipo de argumentos, que otorgan un valor "salvífico" a la dudosamente denominada "democratización" de las tecnologías, no hacen sino descargar de responsabilidad a las instituciones encargadas de atender un espacio de creación que tiende a cero o sobrevive en pequeñas áreas sin enmoquetar como ésta.

El universo del audiovisual prevalece y domina, mientras el video como soporte para el arte ha dejado de ser moderno porque fue asimilado por la dieta del artista joven, porque "la instalación" ha digerido la imagen en movimiento, porque es pasaporte ineludible para la performance, y sobre todo, porque vive en los soportes tecnológico-multimedia y en los puntos de encuentro y áreas de descanso de ferias de todo tipo y lugar.
En una situación como esta, la producción de este tipo de obra se antoja nula o de difícil solución ante un panorama en el que los dispositivos técnicos están sujetos a una lógica empresarial o a un mutismo institucional que admite con dificultad aportaciones desde el mundo de la vanguardia artística o desde la divergencia ideológica.

Parece que el artista que hace uso del video, participa, si es que completa el retorcido camino de acceso a los medios, de un vértigo que le disuade de próximos proyectos audiovisuales. Y es que no es fácil aventurarse en llevar a cabo un video "monocanal" o un documental independiente de presupuestos no convencionales. El problema radica en la nunca suficientemente denunciada falta de estructuras para la producción y realización de video y obras multimedia, falta de acceso a estos recursos y de su posterior mecanismo de exhibición, difusión y distribución. La cuestión se manifiesta igualmente en un importante déficit de impulsos económicos vía becas o ayudas para la investigación en este tipo de trabajos, que nunca acabaron de encajar en las partidas destinadas a obra plástica o en las subvenciones de un entramado audiovisual más preocupado por el cortometraje de ficción (entendido como factoría de jóvenes directores para la renovación continua de la industria cinematográfica).
Sin esta mínima estructura se anula igualmente todo el proceso posterior que realimenta la creación y el compromiso con líneas de investigación como deberían de ser el debate, las publicaciones especializadas y la apertura de nuevos panoramas.
Por esta razón, al descubrir algunos de los trabajos que se muestran en la presente edición del "certamen de vídeo y arte digital", descubrimos igualmente una voluntad creativa que va más allá de la pulsión interior que proponía el sentimiento modernista, aquel que otorgaba al artista el valor de traducir su genio en arte, sino que detectamos la decidida actitud de llevar a cabo, a pesar de todo, la idea de "proyecto" en su sentido más arraigado.

Por otro lado cabe reconocer que en las artes visuales, fundamento de la cultura de la imagen que disfrutamos o padecemos, viene haciéndose patente una tendencia a unir "soportes de creación" y a no considerar cada uno de los medios como exclusivo: "video en internet", "hipertexto en la novela", "música y diseño en el mismo envoltorio...". Este espectáculo de la "transversalidad", es sin duda un panorama enormemente sugestivo para las aportaciones desde el mundo del arte, pero paradójicamente, asistimos todavía a un notable desconcierto en cuanto a la identificación de términos como "net-art", "web arte", "arte interactivo" o "artes digitales".
Es igualmente discutible el que estas etiquetas y catalogaciones deban predeterminar el cajón al que van destinadas las obras que en este sentido se vienen proponiendo, pero sorprende este extremo en un ámbito como el de la historiografía de las artes, tan preocupado en la urgencia de "construir historia" (cuestión por cierto de inmediata repercusión en los mercados).
Pero es díficil abordar el lugar específico del proceso artístico en el ámbito de las nuevas tecnologías sin levantar la mirada sobre "el todo", ya que la red todo lo une y lo globaliza, creando en ocasiones vinculaciones insospechadas o conexiones inopinadas.
Ultimamente los cabos sueltos de esta red buscan su atadura con forma de negocio millonario y los "screenagers", los chicos que nacieron en la generación de las pantallas (algunos de ellos "hackers" con pedigree), pasan a formar parte de la gran urdimbre.
La cuestión de fondo parece residir en el proceso de formación de la denominada "nueva economía", basada en la libertad de capital y con clara identificación con las nuevas tecnologías y por tanto con el progreso. Como apunta Ricardo Petrella: "Esta libertad de capital se admite hoy más que nunca, en una sociedad como la occidental, dominada a partir del siglo XIX por el positivismo tecnocientífico, del cual, el capital se considera principal promotor y productor".
El ideal de democratización y fomento de la creatividad individual y de la diversidad cultural a través de las nuevas tecnologías de la comunicación (Internet) difícilmente se sostiene al constatar la aparición, en palabras de Petrella, de un "apartheid tecnologíco" (los norteamericanos hablan de "digital divide") a escala mundial entre "los que saben y tiene acceso a los nuevos e-conocimientos y los que no saben y no tienen acceso".
Así, es necesario comprender que la idea de riqueza cambia también con el tiempo, las posesiones materiales pasan a otro plano en favor de otro tipo de riqueza que se identifica con la capacidad de acceso. La verdadera influencia estará en el acceso a recursos, a información, a lugares virtuales o no, y esta cuestión no es sino una versión actualizada del capítulo pendiente sobre "las clases sociales", en este caso sujetas a una progresiva e imparable disociación.
Es obvio que en el envoltorio mediático de todo este paisaje participen una serie de aspectos que tienen que ver con la imagen, como el diseño de interfaz, el tratamiento de aspectos gráficos, las soluciones visuales y demás apoyos creativos, y por tanto evidenciando una implicación activa y en ocasiones altamente tecnificada de artistas y creadores, pero es igualmente cierto que las cuestiones sociales que suscita esta "mundialización-globalización" son aspectos que también han de abordarse desde el mundo del arte y de los artistas si es que de verdad existen indicios de nuevas contribuciones artísticas a la ciudadanía y al mundo de las ideas.
Este tipo de contribuciones se han mostrado en muy diferentes formas. Desde la investigación estrictamente informática en el desarrollo de entornos gráficos (el mismo tipo de línea técnico-experimental que tuviera el videoarte en sus primeras manifestaciones) hasta la intervención desde postulados de acción política en determinados proyectos sociales o a través de la acción "hacker", establecida ya como élite del sabotaje, pero con un "label" especial de virtuosismo.
Al margen del estricto pirateo, propio de la actitud "hacker", son de interés algunas cuestiones resultantes del intento por parte de ciertos ámbitos activistas de ir adecuando nuestros viejos hábitos socioculturales a las nuevas situaciones que plantea la era digital, como son las cuestiones que suscitan los derechos intelectuales y el plagio, que ven variar todas sus reglas en la cultura denominada del "post-libro" (cabe destacar en este sentido el trabajo de crítica, arte y tecnología de C.A.E. , Critical Art Ensemble, grupo neoyorkino partidario de la desobediencia civil electrónica). Y es que en el fondo de la red, en su corazón, se halla la recombinación de sistemas, ideas e informaciones, su síntesis y su interacción, como el verdadero potencial que la hace posible y la dota del poder avasallador que conocemos.

Asímismo cuestiones como la adopción de personalidades en la comunicación telemática contribuyen a replantear las concepciones unitarias de la identidad. La idea de censura varía tal como la hemos entendido hasta ahora, cobrando igualmente en este ámbito una dimensión llena de matices y de recovecos. El concepto de ciudad que sigue siendo idea referencial en la era de la información, sirve para interpretar los procesos de cambio que aportan las representaciones electrónicas, de igual modo que el cuerpo humano, el cyborg, la biotecnología y los entornos virtuales (así como todas sus interacciones posibles) tienden a establecerse como temas clave en los desarrollos multidireccionales que veremos a partir de ahora.

Pero si parece que el mundo globalizado y su representación en ciber-economía, ciber- cultura, etc, está (a pesar de la fuerza con la que tira de las bolsas de valores mundiales), en proceso de asentamiento, el papel o el lugar del artista en esta circunstancia está sujeto igualmente a una reubicación que decididamente va a hacer cambiar su relación con el nuevo contexto. Decía Txomin Badiola en una mesa redonda promovida por Arteleku sobre la enseñanza del arte y cuyas conclusiones publica su boletín "Zehar, en el nº42":
"Obviamente se percibe una desconexión absoluta entre las expectativas del artista con respecto al arte y las de la sociedad con respecto al artista. Ello implica que el artista se encuentra en un no-lugar movido sin embargo por un deseo de pertenencia que lo dirige hacia zonas en donde tradicionalmente este conflicto se ha dado con mayor fluidez: música, moda, cine, televisión, o atraídos por las mecánicas de la sociedad tardocapitalista actual, hacia los sistemas de producción y exhibición: el artista como empresa, artista como curator, como gestor, publicista, etc...".

Pero es sin duda desde este nuevo lugar del artista (y desde este nuevo panorama que se plantea), desde el cual reinventar la idea de red, dotándola del su significado más extenso, aquel que se basa en el trato en red con personas afines en proyectos complementarios, con el intercambio y la sintonía como motor de proyectos e iniciativas.
Asímismo la idea de red es trasladable a la hora de circuitar y vehicular proyectos de marcado compromiso con la vanguardia, una cuestión estratégica que fomenta y cumple la necesaria función de crear público y mantener abiertas las expectativas.

Conviene, en este sentido y llevados por proyectos que pudieran dotar de utilidad a las herramientas tecnológicas disponibles, empezar a recuperar en la propia Internet y a partir de ahí en los espacios públicos y en un nivel básico de relación social, ideas como la de "bien común" y "acceso público", frente a los "bienes privados y las zonas restringidas"; recuperar la idea de "los derechos del ciudadano" frente al cambio de matiz que suponen los denominados "derechos del consumidor" y optimizar los recursos aún disponibles de información y movilización que ofrece la comunicación en red.

"Pantallas que nos impiden ver y otro tipo de pantallas".
Seguir hablando de audiovisual con relación al arte se hace cada vez tarea más compleja y las razones no sólo parten del carácter esponjoso del medio en cuestión ni de su cualidad proviniente de variedades distintas (híbrido, mestizo, bastardo?), sino también de una progresiva confusión de lo real con la fuente inagotable de comentario, análisis y deglución que es la pantalla. La "diosa pantalla", en cualquiera de sus materializaciones o logotipos-mosca, y su cuota, en términos de "share" y millones de espectadores (números que se han convertido en verdaderos protagonistas), han cerrado hace tiempo el camino para las producciones de riesgo experimental y de inteligencia creativa, pero ya se sabe: "La tontería es mucho más fascinante que la inteligencia, sobre todo porque la inteligencia tiene límites y la tontería no".

Todo lo seleccionado en este Certamen de video y arte digital tiene el valor de la búsqueda, del intento por aportar a la pantalla otro tipo de sensaciones y de renovadas actitudes y voluntades, de aportar desarrollos inteligentes y actuales.
A pesar del panorama descrito más arriba, un paisaje que a menudo pintamos arrasado por la vulgarización, existen zonas y áreas de interés artístico que merecen atención.
El hecho de poder ofertar una serie de zonas/áreas con productos audiovisuales fuera del estricto mercado en que se ha convertido el universo televisual, como estas que aquí se presentan, es como poco, una razón para perder un rato en el área de descanso creada a tal efecto.
Las diferentes zonas/áreas, nos mostrarán con importante fidelidad el reflejo de la joven creación audiovisual, en la que se aprecia de modo muy claro un progresivo dominio de la relación máquina/maquinación y en la que se encuentran sorpresas que les invitamos a disfrutar, comentar y analizar en las dependencias que hemos inaugurado para todos ustedes, instalaciones que propician el encuentro con lo mejor de lo nuevo y el descanso en un ambiente discreto y elegante.

BÚSQUEDA:
ÍNDICE_DE_TEXTOS:
El contenido de este sitio es "copyleft" bajo licencia Creative Commons.
Para las imágenes y vídeos: Attribution-NonCommercial-ShareAlike 1.0.
Para los textos: Attribution-NoDerivs-NonCommercial 1.0.
Powered by: Movable Type.