Accidentes Cotidianos (Ibon Sáenz de Olazagoitia).
Publicado en el catálogo de la exposición "Accidentes Cotidianos" de Ibon Sáenz de Olazagoitia en el Centro Cultural Montehermoso, Gasteiz 2006)
Accidentes.
1.
Puestos a enredar en los significados de las palabras y de las cosas para distanciarnos de esa pereza que viaja inscrita en la actitud del espectador, podríamos encontrar cierta confusión en la idea de accidente. Por un lado el vocablo nos lo presenta como “un suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, cuando en realidad todo lo que nos rodea (nada más lejos del orden regular) se debe al accidente, a la contingencia y al continuo percance.
De este modo, el accidente no sólo está permanentemente en nuestra experiencia sino que de algún modo “nos ha ido haciendo” gracias a lo obstinado de su advenimiento. Podríamos decir que somos su consecuencia, o más aún, que “somos” accidente.
Sin duda, enredando, uno puede acabar igualándose con las palabras e incrustándose en el significado de las cosas…
2.
El fotógrafo recibe la nota de una persona que ha visitado la exposición y que aparece en una de las fotografías de la misma, según le comunican. En la nota aparece el nombre de la persona y un número de teléfono.
Lo cotidiano.
1.
La rutina no es lo cotidiano, aunque lo cotidiano puede caer en la rutina.
La rutina es el hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica, sin razonarlas. Es una secuencia invariable de instrucciones, tiene algo de maquinal, de cansino.
Lo cotidiano es lo diario, pero tiene un visaje más amable, está acomodado en nuestra costumbre, al calor de lo reconocido como propio.
Pero hay una parte épicamente humilde o humildemente épica en lo cotidiano que nos descubre toda una filosofía capaz de explicar la manera en que se vive y en la que surgen las “artes de hacer”.
Desde esta perspectiva, como nos explicará Michel de Certeau, lo que importa ya no es ni puede serlo “la cultura erudita” ni la “cultura popular”, sino que es preciso valorar “la proliferación diseminada de creaciones anónimas y perecederas que hacen vivir y que no se capitalizan”. (1)
Existe toda una serie de prácticas, quizá oscurecidas o tapadas por las demás actividades sociales, y no necesariamente adscritas a las formalizaciones que ofrece la contracultura, que nos sitúan en la necesidad de entender algunas operaciones y actitudes como procedimientos de creatividad cotidiana.
Se trata de la recombinación de significados y de símbolos, se trata de dispositivos de apropiación y tergiversación, de nuevos usos mercantiles, trabajos artesanales, etc, que han constituido un terreno en el que se ejerce cierto tipo de resistencia cultural y/o política. No se trata tanto de esa “sociologización” del arte que ha derivado espectacular de un tiempo a esta parte, sino de observar el modo en que aquello que era una consigna (la disolución del arte en la cotidianidad) se convierte en una verdadera práctica.
“Trabajar para el gozo y la auténtica festividad es apenas distinguible de prepararse para una insurrección generalizada”. (2)
2.
El fotógrafo se cita con Mario, un anciano que vive en una residencia cercana a la sala de exposición. Entablan una conversación en la que ambos se conocen. Mario enseña al fotógrafo las fotografías de su vida, de su difunta mujer; le describe cómo era su vida cotidiana y le habla de sus visitas a las obras públicas en las que precisamente fue fotografiado. Fotógrafo y anciano entablan una amistad.
Un mundo se encuentra con otro. Son dos mundos distantes y cercanos que coinciden. Lo cotidiano deriva acontecimiento. La puesta en relación de ambos mundos, de ambas experiencias, provoca una incidencia en lo cotidiano a través de la propia comunicación en lo cotidiano.
Accidentes cotidianos
1.
La expresión “Accidentes cotidianos” lleva implícita una suculenta contradicción que enseguida descubrimos como redundancia enmascarada.
El despliegue rizomático y envolvente de la retórica trastabillante que hemos sufrido en los argumentos que hasta aquí nos han traído, nos pone en aviso de que lo accidental es precisamente lo cotidiano.
Contradicción y redundancia en fricción creativa.
Luxación del orden regular interno de las cosas.
Aplicación inopinada de lo inexplicable al factor rutinario de lo cotidiano.
Redimensionamiento de lo fútil para su incorporación a lo significativo.
Pero las palabras ya han tenido su tiempo…
Ahora son las imágenes quienes dan cuenta del accidente y quienes certifican que “lo cotidiano se inventa con mil maneras de cazar furtivamente”. (3)
2.
Mario pide al fotógrafo que le retrate con su pareja, Blanca. Su vecina de habitación se ha convertido en su mejor amiga. Ambos pasean juntos por la ciudad y comparten mesa en la cafetería.
La fotografía que les hizo el fotógrafo está ahora junto a las demás. Su nueva vida está ahora integrada en las imágenes que les acompañan.
Notas.
(1) “La invención de lo cotidiano. Artes de hacer”. Michel de Certeau. Universidad Iberoamericana. México 1999.
(2) “La revolución de la vida cotidiana”, Raoul Vaneigem 1967.
(3) “La invención de lo cotidiano. Artes de hacer”.