imprimir
El objeto de la gran trama.

El objeto de la gran trama.
(L´objet trouvé).
(La versión interactiva puede consultarse y completarse en www.fundaciónrdz.com )

Empezó a convertirse en una rutina.
Cuando comencé a recortar fotos de prensa, al caer la tarde, cuando el periódico está ya perdiendo el valor de la actualidad con el que había aguantado el día precariamente, lo hacía sin un objetivo concreto. Más bien lo hacía impulsivamente.
Siempre respetaba el pié de foto y ajustaba el corte en el margen, manteniendo recuadro si es que existía.
Seleccionaba las fotos llevado por el impacto de la acción retratada, por lo sorpresivo del tema, pero también por el valor simbólico de la imagen, por sus “valores compositivos”, (aprehendidos a través de años sometido al aprendizaje de la percepción visual de las artes) y por otros factores que más tarde he ido descubriendo.

Pasado un tiempo, las cajas de fotos de prensa se iban quedando pequeñas, las imágenes de todos los tamaños, de todos los lugares, conflictos, sucesos, reuniones, manifestaciones, eventos y celebraciones, con predominancia del blanco y negro, se mezclaban en las cajas en una extraña reunión, que a veces cuando revisaba la caja, me gustaba forzar.
Estuve tentado de recortar algunos elementos de las fotos para integrarlos en otras escenas. Pensé también llevar todo este banco de imágenes a la pantalla del ordenador, para manipular técnicamente las elucubraciones que empezaban a invadir mi voluntad.
Pero fue entonces cuando me di cuenta de que en todas estas imágenes, seleccionadas en una labor rutinaria y desprovista de toda intencionalidad, tenían varios elementos comunes que se aparecieron ante mí como una ilusión.
Una aparición magnifica, inquietante y realmente sorpresiva. Era el objeto escondido que todas ellas guardaban en algún lugar justo en los márgenes del encuadre.

Fotos de muy distinta procedencia, distinta agencia, distinto autor y periódico, mostraban siempre el mismo elemento extraño que asomaba en el margen del encuadre. Siempre en la misma medida, siempre la presencia de la misma incógnita y siempre en los límites de la foto, allí donde mejor se camuflaba con distintos objetos, sombras o elementos de la instantánea. Siempre el mismo tamaño, guardando proporción con lo que le rodeaba y siempre esa indefinición de su forma como consecuencia de su perfecto camuflaje.

Me tomé tiempo. Una exploración serena y precisa de todas estas apariciones me tendría que aportar respuestas a este caso, que al principio me llenó de miedos de todos los colores y que luego entendí como fenómeno “X”, para el que había sido elegido como traductor, cobaya o “medium”…
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

1.
Pasé largas noches mirando y remirando todas la fotografías. Compré primero una lupa, luego un microscopio, más tarde sofisticados artilugios de precisión. La mañana me sorprendía en vela con las imágenes clasificadas en montones según el modo en que se había presentado el objeto escondido. Confeccionaba largas listas de dudas técnicas que me ocuparían todo el día llamando por teléfono, buscando en la biblioteca central, en las rotativas de los periódicos y caía en otras mil derivaciones del caso que me alejaban a veces del objeto de investigación, y que me iban descubriendo nuevas y grandes dudas sobre las informaciones que me llegaban, no sólo de la gente consultada sino también a través de los medios de comunicación. Me entrevisté con fotógrafos, con investigadores, con detectives…
Seguí forzando la máquina, no dormía, mi vista sufría con el stress y fui perdiendo fuerza y salud.
Tuve que ir al médico, que finalmente y tras varias advertencias me obligó a ingresar en una clínica oftalmológica en donde me diagnosticó una seria lesión en las córneas. Llevo dos meses postrado en la cama, con los ojos vendados y sin más comunicación que la radio y el audio de la televisión. He intentado escapar en dos ocasiones pero al quitarme las vendas de los ojos el dolor es infernal. Creo que me están sedando. Hay un vigilante en la puerta, es como una presencia amenazante.
Tengo la certeza de que me han apartado de este asunto porque hay algo oscuro y oculto en todo este tema. Y han empezado por quitarme la visión.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

1.1
Logré escapar.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

1.2
Más tarde sentí que poco a poco iba perdiendo el oído, todo se apagaba a mi alrededor.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).
2.
Cuando comenté el caso a mi amigo fotógrafo T.F., me dijo que no veía la importancia que yo otorgaba a todas estas circunstancias. Me habló de casualidades y de inseguridades en mi propia vida cotidiana. Fueron palabras y actitudes que no acabé de encajar como normales en el que había sido siempre mi amigo más cercano. Una noche y ante mi insistencia en buscar respuestas allí donde hiciera falta, me invitó a su estudio.
Allí me habló de una figura política del más alto nivel, de una especie de red de “intocables”, por encima de los más poderosos gobiernos y encargada de mantener el control sobre las agencias suministradoras de noticias. Me habló de un extraño organigrama en el que la información era tratada como una serie de mercancías manipulables con el objeto de incidir en las políticas, en los gobernantes, en el mercado de valores, en el ocio y también claro está, en las imágenes que ilustran los acontecimientos mundiales, esto es, en la prensa gráfica.
Ello quería decir que además de haber vivido en un engaño continuo, todas las imágenes que yo había visto, y no sólo recortado, en los últimos años, habían sido tratadas previamente en un proceso de control, antes de ser enviadas a las rotativas de todo el mundo.
No reaccioné en un primero momento, luego una tremenda desazón invadió mi espíritu, provocándome una angustia tal, que perdí la noción del tiempo y todo se deshizo a mi alrededor.
Desperté en una habitación blanca. Mi amigo, vestido con un extraño atuendo que lucía la misma forma del “objeto escondido” en su prenda superior, me advirtió de que pronto olvidaría todo para acceder a un estado de felicidad sostenida.
Inmediatamente me sentí mejor y olvidé toda preocupación mientras sentía un agradable calor recorriendo mi espalda.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

2.1.
Mi amigo fotógrafo T.F. me habló de un gran ordenador central que componía las fotografías de prensa en base a las necesidades que se presentaban por parte del grupo editor. Todo era manipulable, los personajes o actantes que pudieran aparecer, las escenas y acciones representadas... Una especie de composiciones “a medida”, que tendrían la función de reforzar e ilustrar la idea que convenía transmitir en cada caso.
Él mismo había tenido conocimiento de esa gran maquinaria ciberpolítica al haber entendido que sus fotografías nunca eran publicadas tal y como él las había tomado y solamente eran adquiridas para una supuesto archivo “central”, del que se mantenía un misterioso silencio.
Le pregunté su opinión sobre todo esta tremenda historia. Rompió a llorar y me enseñó el pecho.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

2.2.
Mi amigo fotógrafo T.F. me habló de un gran ordenador central que componía las fotografías de prensa en base a un archivo central que podía seleccionar todo tipo de fuentes, situaciones y adecuarlas al gusto del gran grupo o corporación a la que pertenecía el medio de comunicación.
Él mismo era un operario de esta secreta red de trabajadores de las imágenes. Me contó que en realidad todo estaba ya fotografiado, que las posibilidades de manipulación habían acabado con su trabajo de reportero gráfico y que “ellos”, obtenían su silencio a través de una draconiano contrato que le ataba de por vida a la gran corporación y del que nunca podría hablar con nadie.
Rompió a llorar y me enseñó el pecho.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).


2.3.
Mi amigo fotógrafo T.F. me habló de un gran ordenador central que componía las fotografías de prensa. La noche nos atrapó bebiendo y hablando de esta increíble historia que parecía más un relato de ciencia ficción que una historia tan cotidiana como es un diario de noticias. Me dijo que él mismo podría llevarme a una terminal desde la cual podríamos acceder a esta máquina. Cuando salimos a la calle para coger su vehículo nos abordaron dos personas que dijeron ser policías.
Aquella situación cambió mi modo de ver las cosas. Me hizo ver que había estado peligrosamente sometido a una crisis de ansiedad.
Ahora soy policía. Tuvimos que deshacernos del tal T.F.
Las cosas son ahora mucho más fáciles para mí, aunque mis dedos meñiques han quedado rígidos para siempre, sólo tengo que impedir ciertas curiosidades malsanas. Nuestros objetivos están ahora centrados en los comandos de revolucionarios libertarios que intentan atentar contra el Estado de derecho, y en esta creencia, en el mantenimiento de la paz y el orden, fijo ahora todos mis ideales.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.
Pero mi gran sorpresa llegó al contrastar las fotos que tenía recortadas con otras imágenes de periódicos viejos que había rechazado. En todas las que yo descartaba no aparecía ningún “objeto escondido” y empecé a pensar que algo me llevaba intuitivamente a recortar las fotos concretas que ahora me tenían ocupado. A veces tenía que buscar con mucho cuidado, pero efectivamente: todas las que yo guardaba mostraban ese objeto inquietante que se había convertido en pesadilla y obsesión.
Al día siguiente, mientras me duchaba sonó el teléfono. Al entreabrir los ojos para buscar la toalla y salir a responder la llamada, pude ver como en un “flash” providencial aquel mismo objeto en la etiqueta del gel que siempre utilizaba. Paralizado por el descubrimiento, el contestador de mi teléfono saltó automáticamente. Era mi amigo fotógrafo T.F. que me recordaba nuestra cita para la tarde, el tono de su voz en el mensaje era nervioso y atropellado.
Salí de la ducha. Todos los productos que había en el baño presentaban ese mismo objeto en algún lugar de la etiqueta o el envase. Fui a la cocina, abrí los armarios, todos los productos, alimentos, conservas, envases presentaban esa maldita mancha que se adueñaba ya de todo lo que me rodeaba.
Miré las revistas que había por casa y puse la televisión. Descubrí el mismo objeto, ese mismo maldito cacharro circulando en casi todos los spots, anuncios, programas…
Entendí que una descomunal estrategia publicitaria se adueñaba de nuestras voluntades irremisiblemente, y que esa campaña determinaba el consumo de aquellos que caíamos en ella. Un consumo extendido a las fuentes de información, a las noticias e imágenes concretas que acaban por determinar nuestros gustos, nuestras inquietudes y nuestras opiniones.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.1
Llamé a T.F. para hacerle saber mi convicción respecto al asunto que nos había enfrentado, pero ya no estaba en casa. Intenté localizarle en el móvil, pero no respondía. Sin embargo, al marcar su número apareció de nuevo esa mancha en el margen de la pantalla de mi teléfono…
Lo entendí como una señal fatal.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.2
El asunto era más grave de lo que pensé en un principio.
Descubrí que todas las empresas que hacían uso del objeto, pertenecían a un gran grupo, responsable en último término de esta cuidada estrategia subliminal que hacía estragos en las voluntades de millones de consumidores.
Las oficinas de comercio de todas las administraciones estaban sometidas al influjo de este gran grupo. Los sindicatos y las asociaciones de consumidores, las publicaciones y las organizaciones aparentemente independientes eran manejadas por operarios de una agencia perteneciente igualmente a la gran trama.
Decidí buscar trabajo en una empresa filial de esta corporación fatal.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.2.1.
Me admitieron tras una serie de extrañas pruebas psicotécnicas y de personalidad. Jugándome el tipo, tuve que ocultar muchas cosas…
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.2.2.
Me admitieron tras una larga lista de pruebas médicas muy extrañas en las que usaban aparatos y métodos de test que nunca había visto. Como condición para entrar en plantilla me recetaron unas pastillas azules.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

3.2.3.
Tras una larga lista de pruebas no me admitieron, pero conseguí hacerme con una serie de papeles de la doctora que me examinaba. Pude robar también unas pastillas azules a las que otorgaban mucha importancia.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).


4.
Había tenido un desengaño amoroso (engaño o desengaño?), hacía poco tiempo. Mi cabeza seguía obsesionada con ciertos recuerdos, con ciertas imágenes…Me cerré al mundo y retome lecturas y proyectos pendientes, aparcados durante meses, durante años. Entre estas lecturas rescaté las referidas a la sintaxis de la imagen, a su estilo, sus posibilidades de tratamiento, a la poética visual de la fotografía, su historia, pero también referidas su análisis ideológico y las derivaciones perversas del uso de la imagen en nuestra sociedad.
La lectura de “Modos de hacer” (arte crítico, esfera pública y acción directa), me influyó mucho. Entendí las carencias y la situación de un arte que hacía el papel de comparsa para un mundo occidental egoísta y tiránico. Más tarde cayó en mis manos una publicación independiente titulada “Escóndete objeto”, que hablaba de un tema que siempre me cautivó, como es la construcción del significado a partir de la ausencia del objeto de referencia.
Era una cuestión que había comenzado a tratar en más de un ensayo abandonado por los imponderables de la velocidad en la que viví durante muchos años…
Siempre había pensado que el desarrollo de una teoría que diera forma a esta “desaparición del objeto”, bien pudiera convertirse en un proyecto político de primer orden, que nos permitiera enfrentarnos a la desaparición de los «objetos de nuestras ansiedades», y en último término, al cuestionamiento de la posibilidad de entendernos a nosotr=s mism=s en tanto que sujetos. (*)
Quedé rendido a la lectura de “Escóndete objeto” y la variedad de re-lecturas que ofrecía del fenómeno, y fue entonces cuando entendí porque todas las fotografías que yo guardaba presentaban esta característica.
Me encontraba contemplando en tiempo real la desaparición del objeto. En vivo y en directo.
Lo podía ver en las fotos, siempre moviéndose, pero también en la televisión, circulando por los márgenes de la pantalla. Tuve que dejar de ir al cine, se apoderó también de mi ordenador, que no pude volver a encender, al final veía continuamente a ese objeto vivo, en la ventana de enfrente, doblando la esquina justo cuando volvía la cabeza…
Un día perdí el conocimiento en la calle. Desperté en una urna de cristal azulado en la que se oía una suave música. No podía moverme. Empezaron a someterme a largos discursos apoyados en eternas proyecciones de iniciación a la “nueva teoría de las imágenes”, que dominaba ya el mundo…
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

4.1.
No podía resistir, con un gran esfuerzo mental conseguí abstraerme de aquellos discursos interminables y cuando finalizó la instrucción, fingí la conducta que parecían esperar de mí. Allí empezó una larga historia que me llevaría a descubrir el sentido que las nuevas imágenes habrían de tener en la época que empezaba a constituirse tras los sucesos del 20 del Noviembre de 2024.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

4.2.
La nueva teoría de las imágenes estaba basada en una creencia ciega, una fe parecida a las abducciones que conocimos en la época del cine a través de lo que entonces se llamaban películas cinematográficas. Encontré paralelismos con “Metrópolis” o “1984”…, pero luego me di cuenta que clásicos como “ El gran marciano” o “ Papa piquillo” eran precedentes de claros de aquella situación.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).


5.
Cuando todo este asunto empezó a quitarme el sueño, se lo hice saber a mi amigo T.F..
Acudió a mi llamada y al explicarle todo lo que sucedía, me miró extrañado; me habló de casualidades y de inseguridades en mi propia vida cotidiana, y me pidió que le enseñara esas fotos que tanto me inquietaban. Se las enseñé seguro de las importantes pruebas que le entregaba.
Al mirarlas, T.F. me miró de nuevo extrañado, pero esbozando una sonrisa que me hizo daño, que se clavó en mí como una ofensa. Intenté mostrarle los lugares exactos de cada foto en los que se presentaba el objeto, siempre en la misma forma, siempre cortado por el margen, siempre presente.
Me miraba una y otra vez, hasta que su gesto se tornó serio y su actitud distante.
Creía que le estaba engañando, o quizá pensó que estaba perdiendo el juicio…
Él no veía tales manchas u objetos o nada que pareciera extraño en las imágenes de mi colección y me pidió que descansara y que visitase a un psicólogo.
Mostré todo aquello a gente cercana, a familia. Nadie veía nada. Fueron momentos de una gran angustia, pero no quise darme por vencido, sabía que todo ese extraño suceso constituía un código de señales que debía empezar a descifrar.
Poco a poco y tras un duro aprendizaje, empecé a interpretar aquellas manchas a través de la puesta en relación de las características que presentaban y el desenlace que adquirían más adelante los acontecimientos retratados en las fotografías. Así, supe quien acabaría asesinado o muerto en accidente, qué final tendría una negociación política o un conflicto laboral. Aprendí a leer los resultados de las competiciones deportivas….
Todo estaba ya escrito en aquellas manchas, en aquellos objetos que no acababan de mostrarse enteramente, pero que hablaban claramente del futuro.

5.1.
Al conocer mis capacidades, se me presentó una difícil decisión moral que me afectaría de una manera decisiva. No sabía muy bien si debía utilizar este poder y cómo debería gestionarlo…
La cuestión empezó a despejarse al aparecer en el periódico la foto de mi amigo T.F. con una mancha que indicaba su fatal destino.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

5.2.
Al conocer mis capacidades, empecé a urdir un plan que me facilitaría mucho algunas cuestiones pendientes en mi vida…
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).


6.
No sospeché nunca que toda la ciencia relacionada con la medición de las audiencias llegara tan lejos. Jamás sospeché que pudiéramos vivir en un “mundo-audímetro” y nunca entendí como se había llegado a tal grado de intervención y de control sobre el consumidor.
Tras algunas averiguaciones pude descubrir que todas aquellas manchas camufladas, semiocultas en la misma textura fotográfica del papel de periódico, era un modelo avanzado de chip capaz de detectar un sinfín de datos relativos a la lectura visual de aquellas imágenes. Podía detectarse si la foto era vista y en qué medida, durante cuánto tiempo aguantaba la mirada y el recorrido visual que hacía el lector. Aquel aparente objeto escondido, presentado como un defecto de impresión apenas perceptible era un “chip prodigioso” puesto en funcionamiento en las últimas guerras árabes, y que había sido transferido con éxito (como siempre), al mundo-mercado con el objeto de ofrecer informaciones a las empresas “productoras de noticias” sobre el interés que generaban en el publico consumidor. El usuario decidía qué era lo que más interesaba en el periódico del día siguiente y de este modo las ventas se disparaban a la par que el ánimo de los trabajadores.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

6.1.
Empecé a urdir un plan por el cual las fotografías manipuladas podrían ser nuevamente intervenidas en el proceso de distribución, variando así la recepción de los datos transmitidos por el chip. De este modo sería posible llegar a tener capacidad para incidir en las noticias que reflejasen los medios.
Me puse a trabajar en este sentido con T.F.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

6.2.
Busqué a los suministradores de este tipo de chip. Fue una labor muy dura, todas las empresas pertenecían a grandes corporaciones que fijaban su éxito en una estricta ley del silencio, pero pude hacer algunas averiguaciones que me llevaron a tener pruebas suficientes para implicar a algunos dirigentes y altos cargos del gobierno.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

6.3.
Intenté acceder a la arquitectura interna del chip, modificar sus sensores para saber más del funcionamiento de esta compleja red de microvisómetros. Supe que era un trabajo a largo plazo, pero merecía la pena plantar cara a tal desafío.
(En este punto, se elige con el cursor los desenlaces disponibles) (*).

---

(La versión interactiva puede consultarse y completarse en www.fundaciónrdz.com )
Es intención de este proyecto, seguir ampliándose con las aportaciones tanto en el aspecto narrativo, de imagen, así como de datos y links para las palabras y los términos activados con hipertexto. De este modo quiere extenderse como una red el aspecto colaborativo del que surge el proyecto “Escóndete objeto”.


BÚSQUEDA:
ÍNDICE_DE_TEXTOS:
El contenido de este sitio es "copyleft" bajo licencia Creative Commons.
Para las imágenes y vídeos: Attribution-NonCommercial-ShareAlike 1.0.
Para los textos: Attribution-NoDerivs-NonCommercial 1.0.
Powered by: Movable Type.