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"Suelo pegajoso..." (Beste Bat!).

Tema: “Suelo pegajoso, techo de cristal”.
Grupo: “Desconocidos”.
Arturo / fito Rodríguez Bornaetxea

(Este texto forma parte de la publicación que acompañó a la exposición "Beste Bat!", comisariada por Miren Jaio y Arturo / Fito Rodríguez en la Sala Rekalde en Diciembre de 2004)

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Existe una canción de un grupo poco conocido y de nombre “Desconocidos”, que tiene como referencia un concierto legendario, uno de los primeros del grupo Hertzainak (julio de 1982, parque de Arriaga, Gasteiz), al que asistieron dos de sus componentes siendo todavía chavales. (Ambos aparecen en el documento videográfico de tal evento).
Para estos principiantes aquel concierto supuso toda una revelación.
De algún modo significaba para ambos la confirmación de lo que había sido hasta ese momento una especie de intuición, una vibración premonitoria , que a través de la distorsión de sus guitarras habían acariciado como en sueños…

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Aquella época fue para muchos la del fin de “la mili política”, mientras que para otros (algunos de ellos coincidían ), suponía el comienzo de la profesionalización del ocio.
“A colocarse todo el mundo”, dijo Tierno Galván, alcalde de Madrid , casi a punto de poner en marcha una concejalía de la movida…
El modelo de política cultural de aquellos años utilizaría la juventud como una fuerza motriz que acompañase con música y color la transformación política , cerrando con euforia y celebración ese “gran pacto del olvido” en el que se basó en buena medida el proceso de la Transición.(1)
En palabras de Elena López Aguirre: <> (2)
El análisis de la juventud como objeto de culto nos podría llevar desde la visión de Gramsci, para quién la juventud pasa de ser un estado de psiqué a una construcción política, hasta Hebdige, que equipara la juventud al fenómeno artístico. (3)
Lo cierto es que la juventud se consagra como objetivo cultural de modo excepcional en los años 70 y 80, propiciando una serie de encuentros inéditos entre moda, creación y sociedad, entendidos como nuevo fenómeno sociológico y en los que el rock y sus derivaciones se consagran como nuevo faro de producción de experiencia.

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En una mirada prospectiva del fenómeno, resultaría interesante apostar por aquellas cuestiones seleccionadas en los procesos de “ruptura de la narrativa histórica” o “lapsus de sintaxis”, como señala Michel de Certeau (4).
Seguramente, existe desde ahora mismo un poso de memoria predominante que está propiciando la desmemoria de otras situaciones. Quizá esta publicación sirva también a ello. Así es la historia, tan verdadera como falsa.
Algunas canciones quedarán para siempre, otras buenas canciones se perderán en un silencio amnésico y digitalizado.
Yo apuesto aquí por temas como el de “Desconocidos” que condensan en su letra el auge y la caída de un modo de entender la circunstancia rockista de la época y reflejan en su música toda la rabia del momento purificador en que se inscribe.


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Es inevitable referirse a la letra de la canción que da título a este “intento” para entender algunas de las sensaciones que, desde una perspectiva crepuscular del fenómeno radical, grupos como “Desconocidos” venían retratando. En algunas de estas letras, la visión del fenómeno adquiere una distancia crítica, doliente, en la que resulta difícil entrar a hurgar en el cúmulo de desarraigos que coleccionaban en ese momento grupos como el citado. Ruptura generacional, familiar, e incluso grupal, toda vez que se empezaba a no tener nada que ver con algunos de sus propios coetáneos, adscritos de pronto a una moderación más rentable, a una domesticación más lucrativa…

Tras el concierto piso el suelo pegajoso.
Hemos gritado mil veces beste bat!!.
Salimos a reventar la ciudad.
Nuestro único camino, la rebelión.

Los que vivieron aquel momento
ya no recuerdan la verdad,
nos dijeron que podíamos tocar el cielo
pero el techo era de cristal.

Suelo pegajoso, techo de cristal.
Ahora nos queda la noche y la calle
es nuestro único hogar.

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El concierto del parque de Arriaga en Gasteiz tenía el cielo como único límite.
De algún modo suponía la exploración de ciertas emociones que llegaban de otras tierras , la indagación y la práctica intuitiva de usos y costumbres despegados de la realidad de la época y del contexto social en que estaban teniendo lugar. Aquella reunión llegó a ser para cierta gente un ejercicio que, sin caer en la seductora poética de la decepción, exploraba candorosamente el alcance de las libertades y las posibilidades reales de rebeldía.

Pronto se descubrió que el techo era de cristal y que por más que se quisiera alcanzar el cielo, una cúpula transparente que recalentaba el ambiente progresivamente se interponía entre las aspiraciones libertarias (voceadas en el micro) y las posibilidades reales de una divergencia que se opusiera al futuro (como reza el lema generacional), con una capacidad real de transformación.

Un piso pegajoso, el mismo en todos los polideportivos de Euskal Herria, el mismo tras todos los conciertos de aquella época, unía su efecto adhesivo a la evaporación de los sueños, sustituidos en muchos casos por la adormidera adulterada que comenzaba ya a secuestrar mentes y a distribuir mensajes de despedida.

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Los finales de todas estas historias (historias fechadas entre el rock y la inconformidad) son siempre capítulos de brusco desenlace o de lánguido hastío. Cuando acaba el concierto y se encienden las luces, cuando el suelo pegajoso es lo que queda, comienza el zumbido de los oídos. Un zumbido que solo puede apagarse en el bar más próximo, dilatando al máximo el final de la noche, apurando copas, sin pensar en el día siguiente.
Al despertar, el zumbido en los oídos será el sonido del “stand by”, el recordatorio de una voluntad de “non-stop”.

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El tema “Suelo pegajoso…”, se compuso a finales de los 90, desde cierto sentimiento de decepción, de desencanto, como esa especie de desengaño que se hace patente en las “segundas partes”. “Caras B” de los singles, de los LPs, de la vida de los grupos; “caras B” en las historias personales de muchos de los protagonistas, de muchas de las situaciones que la cultura urbana de la época refleja.“Cara B”, en fin, como título de la “cara A”…

“Más dura será la caída”, podría ser la consigna para referirnos a lo más oscuro (y más vendido) de este momento, a la leyenda más negra de este fenómeno, aquella que ha permitido un recuerdo injustamente dramático del rock radical, tratado a veces como un episodio traumático en nuestra historia social inmediata.

“Demasiado alto” es la otra versión. Recuerdo tropical, falsa inocencia..
<< La fiesta, la calle, la martxa, la baska, los conciertos, las birras, las chupas, las chinas, los bugas, los bokatas, las txoznas, la bronca, la pasma, los baretos, las movidas, las canciones, los gaztetxes, la luna, las carreteras, el speed, los camellos, las redadas, los botes de humo, las luces azules, los marianitos, los bakeritos, el caldo, el caballo, Alguien te está escuchando, el ska, los Clash, las chapas, las pegatinas, el Egin, AEK, los controles, el otro lado, los poli-milis, la voll-damm, el sexo, las camisetas sin mangas, las botas militares, el pelo corto, los punkis, el kalimotxo, los colegas…>> (5)
Recuerdos de un momento álgido que a la vista de los efectos mercadotécnicos en las nuevas generaciones, tendrá difícil secuela.

Y sin embargo, el mito oscuro permanece, más allá de una necesaria valoración del desencanto como material de trabajo creativo de primer orden, más allá de la huida hacia delante como capítulo heroico en las actitudes y modos de vida de una generación valiente, más allá de la libertad expresiva de la época…un hito en la transmisión de emociones (musicales, literarias, artísticas…).

Así, toda esta historia que acabamos de contar, aún siendo un cliché es tan falsa como el arquetípico ejercicio de crónica negra. Esta historia del grupo “Desconocidos” es tan falsa, como falsas son las historias únicas, porque en lo vivido aparecen mezcladas en una misma pista las caras A y B, y siempre aparecen mezcladas a su vez con las caras A y B de nuestro compañero en aquel concierto, y mezcladas a su vez con las caras A y B del batera de “Desconocidos”, que murió de sobredosis, pero en paz con todos, el 13 de Marzo de 1995.


Notas.

(1) Teresa M. Vilarós “El mono del desencanto. Una crítica cultural de la transición española (1973-1993).. Edit.Siglo veintiuno de España editores; Sociología y Política. 1998.

(2) Elena López Aguirre. “Del txistu a la telecaster. Crónica del rock vasco”. Ediciones Aianai.1996

(3) Este desarrollo, relativo a las conexiones entre juventud y creación contemporánea, pertenece a la exposición del antropólogo Carles Feixa, en el contexto de la mesa redonda: “La juventud como objetivo cultural. La promoción del arte joven”, en la que participa además del citado Feixa, Félix Guisasola, siendo moderador Carles Guerra.
Feixa traza algunas líneas del contexto de las últimas dos décadas en la que los jóvenes han sido parte fundamental de los desarrollos culturales, añadiendo que el tema se debe abordar desde dos ópticas: en primer lugar la construcción cultural y política de la juventud tanto a nivel de políticas públicas como a nivel de consumo masivo; y en segundo lugar la construcción juvenil de la política y la cultura.
(puede consultarse en el archivo web de documentación del proyecto “Desacuerdos, sobre arte, política y esfera pública en el Estado Español en www.desacuerdos.org)

(4) Michel de Certau “La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer”..
Editado por la Universidad Iberoamericana. México 1996.

(5) Elena López Aguirre. “Del txistu a la telecaster. Crónica del rock vasco”. Ediciones Aianai.1996

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