imprimir
¿Cuándo es arte? (QHYA).

¿Cuándo es arte?
(Publicado en QHYA?, editado por El Perro...o todavía no está publicado??)

“Todo sucedió sin darme cuenta”. “Cuando quise darme cuenta ya se había manifestado”. “Estaba totalmente distraído y de pronto, allí mismo, se reveló como tal”.

En un ejercicio de férrea voluntad podríamos imaginar que todas estas frases pudieran haber tenido lugar en el momento en que el hecho artístico… (simplemente) aconteció. Podríamos incluso conjeturar que esta circunstancia fuera satisfactoria y que nos reportase algún tipo de gracia, pero el intento es ciertamente quimérico. Pertenecería más a un estado de ensoñación que a un ejercicio de osadía. ¿Cuándo fue arte?…
Quizá por el pretexto, el aparato y la trama de particularidades que precisa la manifestación artística , y tal vez por efecto de las condiciones apriorísticas que han de darse para su recepción, admisión y percepción, no tenemos demasiadas oportunidades de hacernos la pregunta que sirve de cebo y detonador para la presente publicación.

Ni siquiera aquellos supuestos en los que se establece como premisa fundamental el sometimiento del arte al tiempo, o la rendición del tiempo frente a la acción artística, alcanzan el grado de eficacia suficiente que nos permita experimentar completamente el acontecimiento.
Quizá la cuestión radique en la deteriorada capacidad de asombro, en la prevención profiláctica desarrollada por el espectador / consumidor en lo que se refiere a “lo artístico” o en la certificada capitulación de toda espontaneidad como característica artística.

*(1). [Existe una sensibilidad estética que Michel de Certau expresa mediante la capacidad en vigor de maravillarse. “Lo cotidiano está sembrado de maravillas, espuma tan deslumbrante como la de los escritores o los artistas. Sin nombre propio, todas esta suerte de lenguajes dan motivo a estas fiestas efímeras que surgen desaparecen o recomienzan”. Si Michel de Certau ve en todos lados estas maravillas, es debido a que está preparado para verlas, como Surin en el siglo XVII estaba listo para encontrar “al joven inculto de la diligencia” que le hablaría de Dios con más convicción y más sabiduría que todas las autoridades de la Escritura o de la Iglesia.]

Hasta aquí la disquisición se pliega a cuestiones que tienen más que ver con las posibles argumentaciones que puedan darse desde el factor tiempo en relación a las artes que con un análisis del modo en que este tipo de “lugares comunes” en forma de interpelación (“¿Cuándo es arte?”), se incrustan en el discurso artístico desviando atenciones.

Y es que la pregunta en cuestión revela una conformidad conocida y peligrosa: la que subraya el peso de la dependencia del arte de este tipo de vanas discusiones; indicios de connivencias jerárquicas y de disciplinas bien afincadas en base a la historia de las políticas institucionales dominantes. Hablar sobre “¿cuándo es?” implica o lleva inmediatamente a continuación, la pregunta “¿cuándo no es?”.
Juegos perversos sobre patrones, modelos y pautas que anulan otras consideraciones y que tienden a reconsiderar de forma despolitizada la subjetividad creadora.

Quizá el tropiezo esté en que la propia pregunta no es pertinente, ni tiene razón de ser cuando otras cuestiones previas y de mayor calado como “¿qué…?” y sobre todo “¿para qué…?”, no han sido resueltas con eficacia en los mentideros que a estas cuestiones se dedican. Quizá todo esto nos haga volver la cabeza sobre las preguntas que realmente son necesarias. O sobre las preguntas que realmente tienen que ver con el arte.

Por todo ello, bajo el imperio del signo y la imperativa estetización de la realidad, las reflexiones sobre el lugar que debería ocupar el arte y la cultura en el ámbito de lo público se reduce a aquellos presupuestos culturales admitidos que rigen lo que uno espera oír y que inciden en cómo se espera que uno responda. Ya que los presupuestos culturales admitidos son proposiciones hegemónicas acerca del modo en que se supone que funciona el mundo – estructuras ideológicas percibidas y experimentadas como hechos naturales -, la brecha del mundo del arte debiera abrirse sin consideraciones previas en el ámbito de la vida cotidiana.
No es cuestión de cuándo es arte o cuándo no, sino de considerar la futilidad de la pregunta, para centrar la concentración en la experiencia inteligente a través de la eficacia práctica y la capacidad transformadora.

Pero aquí surge otro lugar común, devastado igualmente por su uso indiscriminado, aquel que se refiere a la identificación entre arte y vida. El monocultivo de las mentes también ha llegado a las cabezas de la actividad artística y en este sentido las preocupaciones se reducen a cuestiones de tipo formal e informal, desestimando los aspectos de auténtico debate en los que el arte debe afianzarse como herramienta de conocimiento y de progreso.

Pero sin embargo no es cuestión de desmontar aquí la oportunidad de reflexión que se brinda. A continuación se sugieren 5 potenciales casos de estudio, en los que se pone de manifiesto la posibilidad de respuesta ante la detonadora pregunta: ¿ C.es A.?

+ Caso 1. El arte “es” cuando no te das cuenta.
Las cuestiones que identifican al arte tienen que ver, en principio y entre otras muchas cosas, con el develamiento y el disfrute intelectual. Al presentarse estos síntomas como desvinculados de la característica espectacular a la que pertenece el arte en su progresiva mediatización, no llega a apreciarse como tal.
Así, su efecto permanece de un modo latente, operando en el individuo a un nivel íntimo.

+ Caso 2. El arte “es” cuando te has dado cuenta.
Las cuestiones que identifican al arte tienen que ver, en principio y entre otras muchas cosas, con el develamiento y el disfrute intelectual. Al presentarse estos síntomas como vinculados a la característica espectacular, y ser así detectado por el usuario, se provoca una identificación, como si de un hallazgo propio se tratara , operando en el individuo a un nivel íntimo.

+ Caso 3. Es arte “es” cuando se quita la tilde a “cuándo”.
Este caso puede entenderse como un mero tramite, como una traslación que va desde el adverbio temporal hasta la necesidad de excusas o malabares literarios, pero en el preciso momento de verbalizar la respuesta, aparece la capacidad de convertir en arte aquello que no es.

+ Caso 4. Cuando lo que pretende serlo te hace dudar.
Una situación concreta en un momento concreto. La encuesta realizada por Isidoro Valcarcel Medina entre los asistentes a la inauguración del M.E.A.C., en 1975, revela algunas interesantes circunstancias sobre los matices que la perplejidad alcanza en el público del arte. Valcarcel Medina pregunta a sus encuestados sobre su opinión a cerca de si esa misma encuesta que se está realizando en ese momento pudiera pasar a formar parte de la colección del museo. Muchas personas no entienden el caso que plantea el artista, pero su duda sobre el por qué de la situación convierte en arte tanto la pregunta como la respuesta.

+ Caso 5. Cuando lo que pretende serlo no te ha hecho dudar.
En la encuesta realizada por Isidoro Valcarcel Medina entre los asistentes a la inauguración del M.E.A.C., en 1975, destacan aquellas respuestas que comprenden de modo natural la pregunta, a la cual responden de modo natural. No hay duda, la encuesta debiera ser incluida en la colección del museo, porque el planteamiento y la solución es, desde la misma voluntad de llevarla a cabo, una obra de arte.

Notas.
“La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer”. Michel de Certau.
Editado por la Universidad Iberoamericana. México 1996.
El párrafo está extraído de la presentación del libro a cargo de Luce Girad.

BÚSQUEDA:
ÍNDICE_DE_TEXTOS:
El contenido de este sitio es "copyleft" bajo licencia Creative Commons.
Para las imágenes y vídeos: Attribution-NonCommercial-ShareAlike 1.0.
Para los textos: Attribution-NoDerivs-NonCommercial 1.0.
Powered by: Movable Type.