Casa-goma (Iñaki Larrimbe).
Genealogía plástica.
…Allí se recordaba con emoción aquella época, en la que estos pequeños personajes paseaban juntos por encima de un cepillo de uñas o miraban al horizonte desde lo alto de un vaso…
Con el tiempo, la saga de los diminutos (1) entendió su verdadero lugar en todo este espectáculo. Su continuada presencia en el ámbito de las representaciones figuradas, provocó un sentimiento identitario que les llegó a unir como hermanos de plástico.
Mujeres y hombres de plástico supieron librarse de la escala que les mantenía como simples figurantes enanos en un set de objetos cotidianos para llegar a ser a base de empeño, protagonistas de grandes fotogramas y soberbias historias.
Su condición plástica les proporcionó capacidades únicas: podían contorsionarse sin esfuerzo aparente e intercambiaban sus cabezas si pensárselo mucho. Su prodigiosa elasticidad llamó la atención de ocultistas, saludadores, cabalistas, hechiceros, espiritistas, taumaturgos, feriantes y galeristas de arte.
Hoy, tras una espléndida trayectoria como modelos modelables, estrenan una casa, que fue palacio en su día, en lo más alto de la colina de Gasteiz.
Una casa.
En la casa de goma las cosas se aceptan con flexibilidad , se admiten las tensiones como algo intrínseco a la elasticidad de la norma y se vive en la tranquilidad relativa de un escenario “estable” (siempre que las condiciones ambientales sean propicias).
Precisamente por ello la casa está abierta a todos los que admiten la flexibilidad como un valor, y sobre todo, se mantiene franca para los que cuestionan la rigidez de los escenarios, de las actitudes y de las intenciones. No podemos ser ajenos al contexto gomoso, a su especificidad…
Los propios habitantes de esta mansión admiten que el ambiente y los bártulos de este escenario glutinoso transmiten una pegajosa irrealidad que se adhiere a la percepción de lo cotidiano como una fina capa de mucílago.
Plástico e identidad.
Plastic man y Plastic woman (2) son hijos de su tiempo e interpretan de manera inmanente la crisis del sujeto contemporáneo. Ellos han verificado la disolución de la identidad en una suerte de amasijos plásticos de diferente porosidad, y han asistido en vivo y en directo a la vulcanización del pensamiento.
Para ellos, la vida depende del color del metacrilato con que se mire y no hay más goma que la que arde. Por todo ello, asisten sin sobresaltos al proceso de muñequización del individuo del siglo XXI, mientras se establecen entre nosotros como símbolo vivo de una mutación imparable e incontestable.
Objetos enfermos.
Unos objetos conocidos sufren en silencio la enfermedad.
Extrañas úlceras dañan su imagen con tempo preciso, sin tregua, sin pausa, con la persistencia de un mal endémico.
Estas erosiones cíclicas, incesantemente proyectadas sobre su piel, nos hacen ver el mudo dolor de algunas de nuestras cosas, que sometidas a un protagonismo innecesario, viven una tragedia inútil. Esta extraña epidemia afecta a ciertos objetos que pasan inadvertidos o viven infrautilizados. Una especie de selección natural de “las cosas” ha surgido de un modo espontáneo y ecológico sobre todo lo que nos rodea, en un mundo que empieza a estar repleto de cosas inservibles…
Decididamente la calidad de vida de los objetos se convierte en reflexión para las “artes plásticas”: ¿ Para qué seguir arrojando más cosas a la existencia, si finalmente no se aprecia o no se entiende su servicio emotivo o su carácter exclusivo?(3)
Relax.
Agotamos nuestros recursos en la búsqueda del reposo. La película acelerada de una persona que descansa nos muestra el trabajo ímprobo de conciliar y mantener el sueño, sin que el sosiego llegue nunca en la profundidad ansiada.
El espasmo nervioso y la contracción involuntaria se apoderan de este empeño. El descanso es un trabajo duro, caemos dominados por el latido sordo e indomable de nuestra actividad neuronal, mientras alrededor todo continúa su curso con inquietante sigilo.
El descanso es también un deseo imposible para un ser de plástico, es un ideal que le acerca a nuestras ambiciones, una especie de aspiración común en la que nos vemos de pronto enfrentados a nuestra propio retrato de goma. Frente a frente. Ambos con ojeras.
Nacional 1.
Todo en tránsito, todo en continuo desplazamiento y en continuo caos.
Hasta los hechos reales son plastificables en mundo de goma, hasta el shock más extremo queda aquí retratado y suspendido en un momento cíclico, en un rizado bucle de tiempo que nos devuelve una y otra vez sacudidas y sobresaltos. Un trayecto de ida y vuelta en el que ninguno de los extremos es destino, sino abrupto desenlace.
Pero el tiempo es también de goma y así, unas veces sentimos su peso y otras, vemos como se aleja sin que haya opción a recuperarlo.
Notas.
El autor ha publicado recientemente un CD con algunas de las obras que aparecen en esta exposición, adecuadas al espacio de la sala del C.C. Montehermoso y presentadas como instalación. El hecho de utilizar un formato digital que permita un visionado monocanal de su obra, es en cierta medida una respuesta a esta pregunta.