"Por favor..." (Santi Ochoa).
“Por favor, ayúdenme que tengo hambre”. Cualquier comentario sobre las fotografías de Santi Ochoa desde la perspectiva del arte (o aledaños), y con los pautas de las que suele hacerse uso en este tipo de escritos, podría incurrir en imperdonable frivolidad, en indignante nadería. El texto “Viaje al corazón de la bestia”, (de José Iglesias Fernández y otros…), y que precede a este, es tan sumamente explícito que desactiva cualquier intento de argucia formal o de escaqueo literario. Existe en todo este proceso llevado a cabo por Santi una determinación política que nada tiene que ver con todo el fraude del denominado “arte social” que hemos sufrido en los últimos tiempos, sino que acaba por convertirse en investigación, en trabajo de campo y comprometido ejercicio de ciudadanía, (pero de viandante experimentado, nada de heroicidad ni afán de altruismo ). Es en este preciso punto en el que el hecho artístico (si es que hemos de enfocarlo así por el hecho de ser presentado en una sala de exposiciones), entra en tensa relación con lo social, a través del sentido que cobra hoy la producción cultural, de sus limites, de su capacidad de divergencia y de su recepción. Y es en este punto en el que la crítica implícita del proyecto, quiebra la institucionalización del arte, mostrando las grietas del sistema sin más aspaviento que una serie de datos, frutos de un interés activo en lo que supone el espacio común de la calle. El espacio público no es tratado en este trabajo con guantes de cirujano, al modo en que artistas y diseñadores dibujan sobre plano espacios para el ocio. Aquí, se establece relación y seguimiento, existen personas…; toda una subclase urbana que siempre estuvo ahí, compuesta ahora por quienes no son aptos para integrarse en el mercado, los excluidos, los marginados, los verdaderamente rechazados y forzados a permanecer en la periferia de la economía y en el centro de la abundancia. Son una masa de ensayo de otros tipos de economía y de política destinados a rentabilizar la miseria, puesto que la miseria ha venido para quedarse. Por primera vez en la historia, los poderosos no necesitan de grandes masas obreras. Las masas sobran. Son superfluas para el mercado. Por otro lado el trabajo es el único valor de la sociedad moderna, que es una sociedad de trabajadores. La sociedad desconoce otro tipo de actividades más elevadas y significativas por cuya causa merecería liberarse del trabajo, y no queda ya ningún grupo social portador de otros valores, a partir del cual pudieran restaurarse las demás capacidades humanas. +++++++++++++++++++++++++ |
BÚSQUEDA:
ÍNDICE_DE_TEXTOS:
|
El contenido de este sitio es "copyleft" bajo licencia Creative Commons. Para las imágenes y vídeos: Attribution-NonCommercial-ShareAlike 1.0. Para los textos: Attribution-NoDerivs-NonCommercial 1.0. |
|
Powered by: Movable Type. |